FELIZ 100 AÑOS FERNANDO BELAUNDE TERRY
Fernando Belaunde Terry
Lima, 1912-2002
Lima, 1912-2002
Se conmemora hoy el centenario del nacimiento del ex
Presidente de la República Fernando Belaunde Terry, una de las personalidades
más sobresalientes de la política peruana y probablemente el primer demócrata
de la segunda mitad de nuestro Siglo XX.
En 1924, su
familia se fue del país, pues tanto su padre (Rafael) como su tío (Víctor
Andrés) eran opositores del régimen de Leguía. Por ello, FBT culminó sus
estudios escolares en Francia y luego viajó a los Estados Unidos, en plena
época del New Deal de Roosevelt, a estudiar arquitectura en la Universidad de
Texas. Regresó al Perú cuando tenía 24 años. Como anota Miguel Cruchaga, Había
regresado al Perú en 1936. Encontró apenas un puñado de arquitectos; la mayoría
de ellos venidos de estudiar fuera. La Universidad, hasta hace poco Escuela de
Ingenieros, agregaba un curso adicional a los estudios de ingeniería civil,
para otorgar el titulo de “Ingeniero–Arquitecto”. Era insuficiente. Había que
ofrecer una formación más completa y convertirla en una profesión
independiente, como ocurría en Europa y en los EE UU. Además, promover entre
los graduados el espíritu de cuerpo e introducir la nueva profesión al país.
Sus primeras iniciativas, orientadas a responder a estos desafíos, fueron:
publicar una revista de arquitectura, incorporarse a la enseñanza universitaria
y contribuir a la creación de una asociación profesional. Las tres con un claro
sesgo institucional. Belaunde estaba convencido que la mejor manera de promover
el desarrollo consiste en amalgamar dos factores complementarios: el espíritu
de emprendimiento de la iniciativa privada y la capacidad reguladora y
subsidiaria del Estado. Estaba convencido que no es posible alcanzar un
progreso verdadero sin la interacción concertada de ambos.
La revista El Arquitecto Peruano (en adelante EAP), fundada
por Belaunde en 1937, es la publicación más importante en temas urbanos en el
Perú en el siglo XX (EAP no fue la primera revista especializada en temas
urbanos; durante los años veinte, circuló Ciudad y Campo). Bajo la dirección de
FBT (1937-1963), EAP publicó un total de 202 números. Hasta 1950, fue una
publicación mensual; luego, apareció cada dos meses y, desde 1958, cada cuatro.
Como sostiene Antonio Zapata (El joven Belaunde: historia de la revista El
Arquitecto Peruano. Lima, 1995), esta publicación no solo fue una revista
especializada en urbanismo, sino también un órgano de expresión política, en la
cual el joven arquitecto fue construyendo su carrera política. En efecto,
Belaunde, durante sus dos mandatos presidenciales pudo realizar varias de las
ideas urbanísticas que EAP había discutido en los años previos a los triunfos
presidenciales de su fundador.
Los años que FBT dirigió la publicación coinciden con la
primera fase de las grandes migraciones internas, el hecho demográfico más
importante de la historia de nuestro país (y de Lima), que modificó el patrón
histórico de ocupación del territorio. El Perú, básicamente rural y serrano
hasta el censo de 1940, pasó a ser un país urbano y costeño. Según Zapata, EAP
fue completamente consciente de este fenómeno y de sus enormes repercusiones
para el desarrollo urbano en el Perú. Por lo tanto, la importancia de la
revista radica en su intento por elaborar soluciones para conducir la explosión
urbana por la vía de la planificación, ciencia que apenas se conocía en nuestro
medio.
La planificación implica la noción de una autoridad que
impone prioridades que se hallan por encima de los intereses económicos
individuales y por encima también de las reglas del libre mercado.
EAP abogó por la modificación de la norma liberal que había
guiado al estado peruano desde los años de la “República Aristocrática”. La
revista defendió la tesis de promover el desarrollo a través de un crecimiento
hacia adentro; fue partidaria, por lo tanto, del proceso de “sustitución de
importaciones” y contraria al modelo exclusivamente exportador. EAP llamaba a
los empresarios a impulsar la inversión de capital para la ampliación del
mercado interno. En este sentido, para FBT había que producir en el Perú
fierro, cemento, vidrio y madera, ya que un país sin industrias básicas no
podía aspirar al desarrollo.
En las elecciones de 1945, en las que triunfó la opción
reformista de Bustamante y Rivero, FBT salió elegido diputado por Lima. En esta
primera responsabilidad política, el joven arquitecto impulsó, desde el
Congreso, e inspirado en las ideas de EAP, cuatro importante leyes:
1. La propiedad horizontal del suelo.- De acuerdo a la ley
vigente, solo podía haber un dueño por edificios, por lo que los departamentos
solo podían alquilarse (por ello, había pocos en Lima). La nueva ley autorizaba
al propietario de un departamento a inscribir su propiedad en forma
independiente y compartir el suelo con los dueños de los otros departamentos de
su edificio. Esta norma fue un mecanismo indispensable para estimular los
edificios por departamentos en nuestra ciudad.
2. La constitución de la Oficina Nacional para la
Planificación Urbana (ONPU).- Era la oficina del estado encargada de la formulación
de los planes de desarrollo urbano de todas las ciudades del país, empezando
por Lima; así, el estado se involucraba directamente en el desarrollo nacional.
Esta institución fue el antecedente del Instituto Nacional de Planificación.
3. La creación de la Corporación Nacional de Vivienda
(CNV).- Tenía como propósito la construcción de viviendas para los sectores
medios y populares. La principal obra, en estos años, de la CNV fue el proyecto
global de las unidades vecinales.
4. Los centros climáticos de invierno.- Bajo esta ley se
construyó la colonia vacacional de Huampaní.
Como vemos, Belaunde lideraba una generación de arquitectos
que, aparte de diseñar residencias particulares (tema que no hemos tocado),
centró su visión de Lima sobre dos pilares:
a. La planificación urbana.- La elaboración de un plan de
desarrollo urbano se apoyaba sobre dos herramientas técnicas: la zonificación y
los reglamentos de construcción. La primera separa espacialmente las distintas
partes de la ciudad, distinguiendo las zonas residenciales de las industriales
y comerciales. En el caso de las zonas residenciales, había que construir
barrios o distritos socialmente homogéneos; esto último separó a los ricos y a
las clases medias de los pobres. De igual manera, el reglamento de construcción
termina sancionando la división socio-económica de la ciudad, ya que impone
normas diferentes para la construcción en cada lugar de la ciudad, con costos
diferenciados lo que obliga a cada familia elegir su barrio de residencia según
sus posibilidades económicas. Sin ser este el deseo de esta generación de
arquitectos, como la mayor parte de las urbes latinoamericanas, Lima, también
logró separar al máximo a los pobres de los ricos. Finalmente, los que más se
favorecieron con este proceso fueron los dueños de las haciendas del valle de
la antigua ciudad de los virreyes, quienes realizaron un gran negocio urbano
vendiendo lotes sin invertir mucho dinero.
b. La arquitectura social.- Durante los años 40 y 50, FBT
concentró buena parte de su atención a proyectos urbanos para los sectores
populares, teniendo en cuenta el agudo problema de vivienda como consecuencia
de las migraciones internas. La idea era dar soluciones masivas a este
problema, abandonando un poco la arquitectura de casas para los grupos
pudientes. Para este tema, como vimos, FBT impulsó la Corporación Nacional de
Vivienda que se encargó de construir las famosas unidades vecinales para las
clases medias y populares. Ya desde EAP, se pensó que las viviendas para los
sectores populares debían estar en edificios por departamentos, ya que no había
otro medio para abaratar el costo del suelo urbano. Teniendo en cuenta
proyectos de viviendas que venían funcionando en México y Brasil, se aportó por
la unidad vecinal: un superblock de edificios de cuatro pisos como parte de un
proyecto global que incluía áreas de servicios, tanto sociales (educación y
salud), comerciales (todo tipo de tiendas pequeñas) y estatales (correos y
policía). Como anota Zapata, Así, se trataba de un diseño integral que incluía
la vivienda y su equipamiento, pero que no consideraba el trabajo. En ella, la
circulación sería básicamente a pie. La idea era crear unidades de vivienda
casi autodependientes, en las cuales el niño durante todo el día y el adulto después
de trabajar, encontrarían todo lo que requiriesen sin necesidad de automóvil.
La unidad vecinal quería que todos disfrutaran de la condición de peatón,
presentada por la revista como la condición por excelencia del ser humano.
Como sabemos, la primera unidad vecinal fue la número tres
(UV3), diseñada por un equipo de arquitectos en el que no estaba FBT. Belaunde
participó como miembro del directorio de la CNV, comprometido en una labor de
promoción de la idea. Ese fue su rol habitual: más que diseñador de proyectos
fue un urbanista de gran iniciativa. Tras esta primera obra, la CNV nombró a
Santiago Agurto como arquitecto jefe de la institución. Así, Agurto (egresado
de la Universidad de Cornell y más cercano al modelo mexicano de vivienda
popular) fue responsable de las unidades vecinales posteriores a laUV3: Matute,
Mirones y Rímac, entre otras. Como concluye Zapata, En esta época quedó
entonces definido el esquema de crecimiento que los urbanistas preveían para
Lima. Este esquema se resume en la ciudad-jardín para los más acomodados,
quienes vivirían en chalets unifamiliares situados en barrios de baja
densidad.. Por otro lado, el esquema de crecimiento de la capital preveía que
los sectores populares ocuparían distritos con densidades más altas, ya que
vivirían básicamente en edificios.
Según Miguel Cruchaga Belaunde, Las ‘unidades vecinales’, se
inspiraron en una idea británica: la ‘ciudad jardín’. En la versión peruana,
conjuntos de mediana altura, apostados en el perímetro de un gran terreno, cuentan
con parques, campos deportivos, escuela, centro comunitario, iglesia, etc., Es
el caso de la UV 3, San Felipe, Angamos, Santa Marina, Mirones, Matute, Torres
de San Borja, Limatambo, Julio C. Tello y Santa Rosa, en Lima e infinidad de
conjuntos similares en las ciudades más importantes del país. Al quedar el
automóvil limitado al estacionamiento periférico, las familias y los niños
recorren el vecindario libres de peligro. Producen un habitat agradable en el
que las áreas verdes compensan adecuadamente la densidad de los
multifamiliares. Cabe comparar la diferencia que existe entre esos conjuntos y
los densos edificios que se construyen ahora, saturando de cemento la
integridad de los terrenos y cargando el panorama urbano de un aspecto
crecientemente agobiante.
Lo paradójico de todo esto que, 50 años después, a finales
del siglo XX, el resultado fue inverso: mientras la inmensa mayoría de los
pobres viven en pequeñas viviendas unifamiliares, los edificios se multiplican
en los antiguos barrios residenciales para las clases altas y medias. Por otro
lado, lamentablemente, como sabemos, la proliferación de las barriadas,
producto de las migraciones, hizo fracasar las soluciones urbanísticas que
propuso Belaunde y EAP.